Primer ejercicio de escritura automática

Como corrientes de carne
que surgen a través
de un despertar sin fin:

siempre alertas 
a la oposición taciturna de la noche;

gritos y juegos cantan y recitan alabanzas para la tierra.


Las muñecas no paran de combatir esgrima,

piensan en un pieza faltante y la crean.

La sien

se siente como un nudo de cal  sobre los pechos que el hombre rompió.

Mientras tanto,

la serpiente se empeña en imaginar un ataud
donde morir.

En este instante

inmortal distancia es la noche
que aguarda como alberca de sombra;
los ecos ciegos desdoblados
con el triste sexo de tu boca;
en este instante
en que nada se oye
y todo muere.

Imagen

a MJV
I
la estampa viviente;
instante articulado,
de vez en cuando ruina,
vestigio amurallado.

II
la semilla estéril
que aguarda en tu regazo
tan viva como marchita;
habitante de este campo.

El objeto representado

el mundo simbólico pervierte
se adhiere con una densidad distinta
se aprende como referencia y luz
como lugar común
el mundo simbólico no se siente
se usa
y se explota
jamás se desprende


Nocturno fugaz



Primera parte

Veamos, para contar una historia se requiere de una trama profunda y delirante. Un hombre conoce a una mujer. ¿Será suficientemente delirante? Sí, nada más delirante que el adentrarse en un corazón ajeno. Pero aún no hay conflicto. El hombre y la mujer se conocen. Se comparten. Ella le enseña su magia mientras él le muestra sus sueños. Ahora se aman. Se aman tan profunda e intensamente que empiezan a morir. Ya hay una trama. Recapitulemos: está él, y está ella. Entonces están él y ella viviendo en un departamento de Mixcoac. Día con día él acude al Parque Hundido para escribir. Mientras ella teje sueños que regalará. Ella enciende un cigarrillo desde el balcón, y mira atentamente hacia la ciudad que la hechiza. Lee a Baudelaire. O al menos intenta hacerlo. Él se desgasta escribiendo su poema beca. El poema con el que saltará a la fama. Todos los días se detiene frente a la estatua del insurgente, y lee el primer relato de Meth Z. Cómo le gustaría ser Pegaso Zorokin siendo un vaquero, que a su vez es la historia del propio Pegaso, que al final es el relato de un mago. Cada domingo él y ella van a la librería. Roban libros y orinan sobre casetas telefónicas. Están tan locos de amor que cualquiera diría que se odian. Se burlan de los escritores jóvenes. Le rezan a Rimbaud. Van a marchas en el zócalo y después comen en el Sanborns. Compran piratería de cine de arte. Bailan ska en la facultad de Filosofía y Letras y acuden a sus mitings. ¿Qué más puede ocurrir en esta historia?

Figuración

cargas
con todos los vicios
de la juventud moderna
se alojan en ti
se perpetúan
estallan
hastían
mañana despertarás sobre la mar
con una bala
incrustada
en tu cerebro
olvidarás
tu vida
tu nombre
tu signo
contarás luces
cantarás
volverás a ser un hombre
y llorarás
al perder tu amor

En la casa del poeta

siempre pensé que la casa de un poeta sería algo así como un gran palacio
lleno de ventanas
cuadros
libros
y espejos
sobre todo de espejos
siempre pensé que la casa de un poeta
tendría un olor así como a hierbas de jardín
hierbas
de un laberinto en el jardín
siempre pensé que los poetas
caminarían por esta casa suya de madrugada
con los pies desnudos
y que se perderían
dentro del jardín laberinto
para inspirarse
y escribir su mejor poema
para seguir inventando 
observando
y rezando
porque
aunque no todos los poetas creen en dios
dios
a su vez
es el pensamiento más poético que un poeta 
puede tener

F

¿realmente te amaba?
sí, la destrozó
no volvieron a saber sobre ella

Poema inútil no. 4

un blando orgullo colma tu mente
se escurre
lascivo
se derrama
sobre tus pechos
ya no se le escribe a la primavera
ya no se sueña

Poema sin título


A mi amigo, Guillermo Hidalgo
ojos inyectados
son las tres de la mañana
no hubo sueño
no hubo arma
no hubo crimen
un poeta despierta sin rostro
su aullido colma estómagos vacíos
(vacíos de dios)
el poeta es trasladado hacia el norte
no hay poema
las manos descansan fuera de su cuerpo
no hay crimen
el poeta grita con desesperación
no son versos
el poeta escribe su muerte
nadie aplaude
dejaron una narconota en su espalda

no era un poema.

Parábola de la espera

Siempre que me preguntan: ¿y qué haces en la Ciudad de México?
Respondo: morir y pensar mi muerte. Son las únicas dos cosas que se pueden hacer en esta ciudad.

Verso perdido


¿A qué edad dejamos de ser el futuro del país?

Poema inútil no.3


un corcel negro cabalga
sobre la blanda tierra del amanecer
las imágenes
al igual que el corcel
son volátiles
densas
e indomables.
el corcel
como las imágenes
dejará de viajar
y permanecerá quieto
en su cubito de olvido.
al cabo de algún tiempo
alguien lo regresará
desde ese olvido suyo.
[yo dejaré de escribir
aquí acabará el poema]

Poema inútil no. 2


l

quisiera tener un jardín en mi casa
y poder mirarlo
al bañarme
al orinar
al morir
morir en mi jardín no estaría nada mal
encontrar de qué morir
y no el jardín
será lo difícil


Lo que he aprendido de Rainer Maria Rilke


he escrito muchos versos
de una naturaleza irremediable
pues éste pobre y nuevo corazón
se encuentra antes de cualquier inicio
detrás de cualquier experiencia
que le pueda preceder
una labor creadora
seguro que olvidaré algunas de éstas líneas
fruto de un desconocimiento total.
a pesar de todo
cuando su quietud
habite el olvido
probablemente aprenda a internarme en mí
y así
encontrar en las preguntas
una suerte de respuestas

Guantes de látex


Mi papá usaba guantes de látex,
Pero no planchaba su ropa,
Rasuraba su cabeza
                                        dos veces por día.
Confeccionaba una nueva cabellera cada agosto.
Salía en motocicleta,
  La mostraba en los barrios,
    En los bares,
        En los clubes,
          Con las prostitutas.

[Compraba 20 gramos,

                                                             
                                                      Aspiraba los 20 gramos.]
Le sangraba la nariz y reía,
                                                    lloraba,
                                                                      se orinaba, 
                                                                                             sobre sí mismo,
y de nuevo  
                                                    reía
                                                                    (sobre sí mismo).
Mi papá usaba guantes de látex,
          Pero nunca se vistió de marinero.
Fumaba mucho,
          Pero nunca se inyectó.
Mi papá olía a amapola recién horneada.
Lavaba sus calcetas a mano,
    Se ponía camisa y corbata, 
                                         y salía a lucir   
                                                        su cabellera recién confeccionada.
Mi papá usaba guantes de látex,
Mi papá perdió sus guantes de látex .

Ayer salí a orinar a la calle


ayer salí a orinar a la calle,
                             eran las tres de la mañana.
un anciano me preguntó si todo estaba bien.
                             compramos cervezas,
me contó sobre él,
era un mago extraviado.
agarramos el auto y nos perdimos en el desierto de ojos,
los grillos del árbol búfalo nos arrullaron.
la estela de malta y tabaco nos pronosticó un sueño próspero.
hicimos dos viajes,
                     cada uno de siete días.
cacé,
                 pasé hambre,
                                              se me enseñó a morir.
robé la varita de incienso, la incrusté en mi frente
y comencé mi poema.

Introducción/ bienvenida

Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme como Pegaso Zorokin o como Gerardo Arana, que para fines de practicidad resulta ser lo mismo. Sin embargo, jamás podré ser Saúl Galo (aunque eso me hubiese encantado), tampoco soy Juan Rulfo, ni su hijo Eduardo Parra, a pesar de esto, siempre suelo invitarlos a mis reuniones; en ellas, convergen algunos magos, Juan José Arreola, Ismael Velázquez, José Agustín, Ulises Carrión, Charly García, Guillermo Hidalgo, Albert Camus, y más recientemente Fernando Nachón. Mi nombre es Sebastián Díaz Barriga y no tengo nada que decir, aunque siempre digo de todo. Sírvase este epígrafe como introducción/bienvenida al presente blog.

Introducción/ bienvenida

Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme com...