quisiera poder volver
         larga esquina de verano
con pechos ardientes de luz verde neón
y llagas de marfil que rozan los vellos de mi cuerpo;
                  hospital británico en llamas;
la enfermera se descubre el torso rostro de sífilis moderna
me mira
y comienza a vomitar cosas negras sobre la alfombra:
oscuro y baboso negro caracol indeleble que penetra el surco: mi vida

apago las luces, intento recordar una plegaria y apareces desnuda fiera junto a mi puerta sombra con cámara en mano; me pides –en la oscuridad- que grabe nuestro verde amor.

Tomo la videocasetera, el cassette de nuestro viaje al zoológico:  
-¿qué fue del tiburón que agonizaba? ¿recibió nuestra postal de recupérate pronto y enchílame la otra?-

En la fotografía siglo veintiuno se ve a un hombre sombrero en mano y cigarrillo en boca; mi padre tenía estilo pero no personalidad.

el espacio entre el mar y mis pies podría recorrerlo a gatas, durante todo un día

si supieras lo mucho que te odio no me habrías dejado aquí moribundo y farmacodependiente

dónde has estado

tal vez sólo sean las putas de mi mente
                                          de mi puerta
                                          de mi cama
                                          de mi jardín

pero qué diferencia hay

oscuro y baboso negro caracol que se derrama por mi quístico cuerpo ardiente en verdosas llamaradas de putrefacción calcinante que llega que se va y que muere dentro de un solo verso profético del cristo en la pared el cristo el cristo el cristo que se desnuda entra a mi cama y me toca la verga hasta que se entretiene lo suficiente como para poder dormir y soñar con dios y con los ángeles y con todo lo sagrado con lo que los cristos sueñan

no sabe que yo soy
la última historia
del oscuro y baboso negro caracol indeleble




Introducción/ bienvenida

Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme com...