El día que apagaron la luz


¿a dónde iba el poema
que cruzó frente a mí
en el invierno del 98?






RESPUESTA DE LA FÁBRICA DE PÁJAROS: Antes de partir, el poema se preparó una sopa instantánea (había alistado sus maletas –se anticipó– y ya no tenía más de qué preocuparse). Su mascota vivía ahora en el apartamento número diecinueve del complejo habitacional señalado con la letra D. Tomó su saco, destapó la cerveza que aún quedaba en el refrigerador y permaneció inmóvil frente a la puerta, sólo para contemplar –por última vez– la persistencia de la noche en el filo de la alcoba. Podría decirse que se fue del mundo, que no había nada que lo retuviera. Se fue sin mapas, tobilleras, cacerolas o cuchillos. Se fue tan solo como llegó; sin haber dejado a nadie el nombre que le dieron. En resumen: se fue para nunca regresar. Decidí seguirlo.

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