Dos poemas de Richard Brautigan

(traducción de SDB)

Cíclope

un vaso de limonada viaja
a través de este mundo
como si se tratara
   del ojo 
de un cíclope

si un niño decide
no beber la limonada
   Ulises lo hará.


La ambulancia del haikú

un trozo de pimiento
   cae
desde el tazón para ensalada:
¿qué importa?

Un poema de Henri Michaux

(traducción de Mariana Meneses y Sebastián Díaz Barriga)

Buda Bobino de su bestia...
Su mundo inferior se medita, no deshace las orillas, pastorea el Meidosem, la hierba invisible de los dolores que todo lo reconstruye.
¿Domina? No; solamente no es igual ni se trata de lo mismo.


Generación de los poetas anodinos

Quilmes, mucho antes de ser ruina fue un poema […] Los valles de Calchaquíes vienen a nosotros desde la amplitud máxima de la historia. Están ahí a la vista de todos, entre las gentes, como memoria viva de un pueblo en resistencia […] Por eso Tucumán se escribe con una letra t, pues hay en ello algo de cruz y de calvario.

Juan Bautista Ambrosetti, La antigua ciudad de Quilmes, Forgotten Books, Londres: 2019.

La noche anterior habría soñado con cosas muy divertidas. Pensé entonces en una roca negra y en una roca azul. Pensé en las ruinas de Quilmes ardientes sobre el cielo de Quilmes, recortadas sobre las luces de un amanecer. Un cielo desordenado y sin poema: sin más paisaje y sustantivo sino etcétera etcétera. Cielo desordenado, hecho de tierra, como dios en la tierra, dolido del mundo y naciendo en paisaje sobre todas las cosas, en todas las cosas. Cielo doblado en el punto más pretérito de la angustia en que la primavera desciende y se levanta sobre valles y montañas como puntos continuos y quebrados de una cordillera infinita. Montañas de orden invertido naciendo en oscura metáfora desde el lejano mil seis sesenta y siete. Naciendo torrente sangriento, lastimero, duro y remoto. Pero todo se acabó. No queda nada. Nada de nuestras almas que se tocan y se pierden rompiendo en altas ruinas de los amores perdidos y olvidados en donde estamos, amor mío. Pero todo terminó. No queda nada. Años más tarde recordaría la noche en que los cactus fueron nuestra única compañía. Escribí.

Ideas sueltas

mejor olvidar que existí
olvidar la palabra pie
después de la palabra lluvia
y ponerme a caminar



esto
no es
1 verso
es
simplemente
otra manera
de decir nube
y que las cosas
   vengan
de occidente



si no puedes
   –o no sabes–
reír
déjame al menos
verte llorar


y Nicanor increpa: 
para qué completar un pensamiento
la tempestad, sino es sublime
   sólo aburre
¿cuánto valen este par de pantalones?
¿puede verse la hora en una flor?
¿acaso hay algo más importante que un zapato?

Introducción/ bienvenida

Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme com...