Como corrientes de carne
que surgen a través
de un despertar sin fin:
siempre alertas a la oposición taciturna de la noche;
gritos y juegos cantan y recitan alabanzas para la tierra.
Las muñecas no paran de combatir esgrima,
piensan en un pieza faltante y la crean.
La sien
se siente como un nudo de cal sobre los pechos que el hombre rompió.
Mientras tanto,
la serpiente se empeña en imaginar un ataud
donde morir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Introducción/ bienvenida
Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme com...
-
Carreteras de nuestra juventud. Carreteras de imaginación. Banquetas que poco a poco comienzan a desaparecer sobre los valles de México, sob...
-
no se sorprendan, entonces si me ven simultáneamente en dos ciudades distintas puesto que, como dice el título de este poema no hay nada que...